lunes, 29 de septiembre de 2003

Crónicas Madrileñas


Buenas y madrileñas tardes. Finalmente, luego de peregrinar por aviones y aeropuertos (incluyendo 5 horas de recorrida por miami, su art deco south
beach, su downtown y su bayside, con una humedad
abrasadora, y la ida a madrid en primera clase), llegué a la
capital de España, ahora con 29 grados de temperatura.

La ciudad es reflejo de los distintos periodos históricos por los
que pasó, desde las calles tortuosas y angostas de los
alrededores de la Plaza Mayor (donde ya supe comerme un
refuercito de jamón crudo en el museo del jamón), hasta las
avenidas más anchas del siglo XIX, como el elegante Paseo
de la Castellana.

Hoy a la mañana me fui hasta el Parque del Retiro, y de ahí al Centro
Cultural Reina Sofía, donde entre obras de Miró, Dalí y
Picasso, llegue finalmente a su Guernika, impresionante.

Al salir del Museo me fui por la calle de Atocha hasta la Plaza Mayor y
sus distintas galerías y pasivas; desde ahí, siempre
serpenteando por las calles llegué al Palacio Real, donde me
colé a una visita guiada que bien valió la pena. Realmente hubiera sido muy bueno y  más fácil haber aprendido historia viviendo en esta ciudad, porque basta
caminarla.



Luego de una hora y media de un trayecto por las amarillas
ondulaciones manchegas - que los modernos sistemas de
riego están transformando en verde-, llegué a Toledo, EUR
8,90 el pasaje en tren, la antigua Toletum de los romanos , que supo ser la
capital de España hasta que Felipe II otorgo este privilegio a
la villa de Madrid en 1561. Es impresionante como se yergue en lo alto del paisaje esta ciudad amurallada cercada por el Tajo, sobresaliendo las
torres del viejo alcázar, hoy Museo del Ejército, y las góticas
agujas de la catedral, una de las cuatro de este estilo que
aun se conservan en el país. La ciudad es una síntesis de la
pacifica convivencia que en ella tuvieron cristianos, árabes y
judíos. No dan los ojos para ver todo lo que hay a uno y otro
lado de las indescifrables y angostas calles, balcones, faroles,
rejas, piedras que fueron testigos de las idas y vueltas de las
historia, desde la reconquista de la ciudad por Alfonso VI,
hasta los aportes en el saneamiento del Generalísimo.

Toledo no es sólo el lugar de hojalateros, la platería y el
mazapán, es también la patria de adopción de El Greco, cuya
casa y museo visitamos, así como su obra máxima El
entierro del conde de Orgaz, en la Iglesia de Santo Tomé.



Las cuestas son mortales y por momentos parece que se oye
el silencio en esas tortuosas calles sin vereda, solamente
sobresaltado por el ruido del agua que va cuesta abajo.
Infinitos los rollos de fotos que se pueden quemar y las
panorámicas de otra época nos hacen pensar que en
cualquier momento va a venir una caballería degollando infieles.



La pausa fue en la céntrica plaza Zocodover, y el menú
empanadas de atun, carne y jamón y queso - creo que el
atún era también de la época de la Reconquista...-.


A la vuelta en Madrid me bajé en Atocha, como Sabina, desde donde
caminé por el Paseo del Prado. Luego me perdí por la calle
de Huertas, una red de peatonales en sentido
ascendente llena de bares de tapas y boliches de bocatas. En
el piso, inscriptos fragmentos de obras de escritores
españoles. Desde allí, por la calle del Príncipe hasta la calle de
Alcalá, y de ahi por la de Sevilla hasta la Gran via.



Madrid es una ciudad de fuentes. Como si tuviera una asignatura pendiente por su lejanía con el mar, uno no se cansa de admirar las fuentes de los más diversos estilos: desde las clásicas Cibeles y Neptuno, de Ventura Rodriguez, hasta las más modernas de las plazas de Colon y de Castilla, pasando por las más recoletas del casco antiguo. La sensación que dan esos chorros de agua es de abundancia, de opulencia, de una ciudad que se muestra orgullosa al visitante.

La marcha madrileña se desarrolla en los alrededores de Puerta del Sol y La Latina. Nunca vi tantos bares, tabernas y tascas juntos, ni tanta gente hablando tan alborotada y alegremente. Las tapas, de cajón. Que unas aceitunas rellenas de anchoas, o una rodaja de pan con tomate y aceite de oliva, o jamón serrano, o tortilla, o paella, en fin... lo que haya sobrado sirve para acompañar unas cañas o un vermouth de grifo itinerando de bar en bar.-


Setiembre, 2003


No hay comentarios.:

Publicar un comentario