Los cinco sentidos de una ciudad La primera sensación que tuve de la ciudad de Nueva York fue olfativa – el deslumbre visual quedó aplazado gracias al subte que desde el aeropuerto me impidió ir aproximándome de a poco al increíble perfil de la ciudad. Apenas pisé el suelo de Manhattan fui invadido por una embriagante mezcla de olores, tal vez por eso el nombre Manhattan tenga el significado dado por los primitivos habitantes de “la isla donde nos embriagamos”. Entre esos olores, difíciles de distinguir, no faltaban el café, la fritura, las especias, grabándose de manera indeleble en el disco duro de mi memoria olfativa. Ese “olor a Nueva York”, es intenso, cosmopolita, como la ciudad misma. Inmediatamente, los ruidos. Motores arrancando, el subte que llega, helicópteros que surcan la isla, sirenas de policías y sobretodo, de bomberos. Indudablemente esta ciudad ha tenido una intensa relación con el fuego, gracias a la cual toda la arquitectura está engarzada con escaleras d...
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