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jueves, 11 de septiembre de 2014

LA CUESTION AFGANA COMO CONDICION DE LA ESTABILIDAD DE ASIA CENTRAL

LA CUESTION AFGANA COMO CONDICION DE LA ESTABILIDAD DE ASIA CENTRAL

Ramiro Rodriguez Bausero
Setiembre 2014


Resumen
Asia Central ha sido a lo largo de la historia zona de frontera y tránsito entre diferentes Imperios. Afganistán, considerado desde un punto de vista histórico y étnico como parte de la región centroasiática, ha venido atravesando desde la década del 70 por una compleja situación política e institucional que ha involucrado desde entonces a actores regionales e internacionales. Este trabajo pretende brindar una breve mirada a los diferentes abordajes que la cuestión afgana presenta, particularmente los intereses políticos y económicos de los actores regionales, así como las iniciativas de muchos de ellos para lograr la paz, la institucionalidad y la prosperidad de Afganistán, y por ende, de toda la región.

Abstract
Throughout history, Central Asia has been a frontier and transit zone between different empires.  Afghanistan, considered a central-Asian area, both from a historical and ethnical standpoints, has been undergoing political and institutional turmoil since the ‘70s, involving regional and international players ever since. This paper intends to offer an outlook on the various approaches to the afghan issues, in particular, political and economic interests of regional players, as well as their initiatives to achieve peace, prosperity and stability not only of Afghanistan, but of the whole region as well. 






Una región históricamente integrada

A lo largo de la historia, la región de Asia Central ha sido el confín y la zona de disputas de diferentes imperios. Luego de la separación respecto de la languideciente Unión Soviética en los años 90, las cinco repúblicas centroasiáticas [1] han buscado “su lugar en el mundo”, conscientes de la posición geoestratégicamente privilegiada – al decir de Mackinder, el pivot geográfico de la historia- y de sus ingentes posibilidades como productores y proveedores de materias primas energéticas, naturalmente con matices entre ellas, reeditando su proverbial posición de encrucijada de caminos.
Parangonando las antiguas vías de comunicación que nutrían la llamada Ruta de la Seda, estos Estados conforman una especie de nodo de óleo y gasoductos que se dirigen bien hacia occidente a través de Rusia o del Cáucaso, o bien hacia oriente, donde una China sedienta de todo tipo de materias primas los destina hacia sus principales polos industriales y humanos.
Afganistán puede considerarse por sus características históricas y étnicas como parte de Asia Central; el territorio afgano también tuvo desde siempre esa vocación de región de frontera y fue el escenario del choque entre persas, helénicos, árabes y chinos, entre otros. Más modernamente, cumplió similar función entre los vastos imperios y las inacabables ambiciones expansionistas rusas y británicas. De hecho, fue la solución a esta cuestión fronteriza la que allanó el camino para que se sellara el acuerdo ruso-británico de 1907, que luego soldaría con Francia en la denominada Triple Entente que como tal participó en la Primera Guerra Mundial. A partir de entonces, Afganistán estaría bajo la órbita de los británicos que ejercían su poder desde la India. Eran las épocas del llamado “Gran Juego”.
La convulsa situación en la que entró el país en la década de los 70, sumado a las consecuencias de la presencia soviética en el territorio afgano, y el giro que significó el 9/11, hacen de este país una permanente fuente de conflicto y desestabilización.
Aquel “Gran Juego” del que participaban las potencias de entonces se reedita en el siglo XXI al tenor de estos nuevos jugadores que surgen a la vida independiente y que son objeto de los intereses de los grandes actores de nuestro tiempo: China, Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea, así como de otros de gran relevancia regional como India, Pakistán, Irán, Turquía y Arabia Saudita.
Ahora bien, estos Estados de Asia Central, algunos de ellos bajo su condición de doblemente mediterráneos, presentan una estabilidad frágil debido una serie de factores endógenos y exógenos. Entre los factores endógenos se pueden citar una estabilidad institucional no del todo arraigada, sustentada en regímenes políticos poco democráticos – siendo optimistas -, basados en presidentes que se eternizan en sus mandatos – tal es el caso del presidente kazajo Nursultan Nazarbáyev desde 1991, el de primer mandatario de Uzbekistán Islom Karimov desde 1990, o el de Tayikistán Emomali Rahmon, que lo es desde 1992 -, una arraigada corrupción que enlentece y encarece el funcionamiento de la maquinaria estatal, y la todavía latente amenaza de conflictos interétnicos – como los del 2010 en Kirguistán y la del palpitante valle de Fergana. Económicamente, las riquezas de estos países en materia de minerales – uranio, gas, petróleo -  y algodón, se compensa con las deficiencias en materia de infraestructuras, naturalmente que falta de acceso al mar, y por ende un débil posicionamiento internacional. Muchos de estos elementos están siendo revertidos precisamente en virtud de los ingentes réditos que están obteniendo de los commodities y de las inversiones extranjeras que por ese motivo están atrayendo, principalmente a sus vecinos más cercanos, y especialmente de China.
Entre los factores desestabilizadores exógenos, a los conflictos interétnicos que se han registrado entre fronteras – como los del valle de Fergana ya mencionado - , ciertamente se encuentra el propio conflicto afgano. En efecto, gran factor desestabilizador en la región es la fragilidad institucional del propio Afganistán, donde se está realizando la transferencia de poder de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad – ISAF/OTAN -  a las fuerzas policiales y militares del país , enmarcado en la necesidad de lograr un régimen que incluya a todos los sectores concernidos en el conflicto. A esto se suma el creciente comercio de opio desde varias regiones de Afganistán, y que de entre sus principales rutas de salida hacia Rusia, y luego occidente, se encuentran muchos de estos países centroasiáticos, como tránsito hacia el destino final. El comercio de opio ha crecido exponencialmente en los últimos años, llegando a significar más del 50% del PBI afgano y más del 90% del tráfico de heroína a nivel mundial. Afganistán sigue siendo el estado en el que se cultiva la mayor extensión de amapola del mundo, habiendo pasado 154.000 hectáreas cultivadas en 2012 a 209.000 en 2013.
Un desafío importante para Afganistán y la región significarán el vacío que deje la presencia norteamericana cuando se retire del país, extremo que aparentemente se concretará por completo hacia fines de 2016 – reduciendo los efectivos de 32.000 a 9.800 para finales de 2014-, si es que finalmente se cumple ese pronóstico. En tal caso, dejarán un país marcado por la falta de infraestructuras, altos niveles de corrupción e inseguridad, que redundan en un ambiente nada propicio para recibir inversiones, alimentando un círculo vicioso que atenta contra la reconstrucción y  viabilidad de este Estado.
A los efectos de cubrir este eventual vacío, los actores regionales se posicionan en el conflicto afgano de acuerdo a sus intereses, bajo la premisa de que este conflicto trasciende las fronteras nacionales por la posición que ocupa Afganistán respecto de sus vecinos.
Naturalmente que el principal interés es evitar una escalada del conflicto una vez que se produzca el abandono de las tropas norteamericanas, para lo cual es imprescindible que se conforme una mínima posición común respecto de la necesidad de reconstruir el país por parte de todos los actores involucrados: los talibanes, partidos políticos creados al amparo de la Constitución de 2004 y leyes posteriores, diferentes grupos étnicos, y las propias fuerzas gubernamentales.
En esta estrategia de aproximación al conflicto por parte de los principales actores nacionales, regionales e internacionales concernidos, la presencia y posición de los Estados de Asia Central reviste gran importancia en dos sentidos: por un lado, como objeto de la propia estrategia de otros actores como Rusia, Iran, China o los mismos Estados Unidos; y por otro, como factor imprescindible para lograr la estabilidad interna de los países centroasiáticos, permanentemente amenazada para la aún no estabilizada situación de su vecino del sur del Amu Daria.
En efecto, la implantación de la llamada Red de Distribución del Norte en el año 2009, como ruta de abastecimiento logístico para Afganistán alternativa a la ruta paquistaní, reposicionó el aporte centroasiático al conflicto y parece haber servido para reconfigurar la estrategia de Estados Unidos y la UE a una de tres vértices, Afganistán-Pakistán-Asia Central. De hecho, el entonces Subsecretario adjunto para Asia Meridional y Central de Estados Unidos George Krol – actualmente Embajador de Estados Unidos en Kazajistán - expresó que Asia Central juega un papel vital para la estrategia norteamericana en Afganistán, entendiendo que un futuro estable de este país depende de la asistencia de sus vecinos, del mismo modo que la estabilidad y prosperidad de los Estados centroasiáticos depende de la estabilidad, la paz y la prosperidad en Afganistán.

Fronteras permeables
La composición etnolingüística de la población afgana muestra un mosaico de pueblos iranios y túrquicos. Con casi 40% de población pastún, poco más de 30 % de tayikos, y el resto entre hazaras, uzbekos, turkmenos y otros, esa composición explica la permeabilidad de las fronteras con sus vecinos de Pakistán, Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán, respectivamente. Sumado a esto, el extremismo islamista y las amenazas que estos grupos presentan, mantienen en alerta a Rusia y China por su eventual efecto expansivo o contagio en la región, particularmente sensible para Beijing respecto del movimiento uigur con base en Xinjiang – fronteriza también con Afganistán - y con eventuales ramificaciones en Kazajistán, Uzbekistán y Kirguistán.

Con estos elementos, la toma de conciencia regional del potencial económico y estratégico que la región tiene podría ciertamente servir de incentivo para aspirar el logro de una estabilidad política e institucional que siente las bases de una paulatina integración económica y comercial entre los Estados centroasiáticos, Afganistán y sus vecinos. Las iniciativas de los actores regionales e internacionales involucrados pueden arrojar luz y promover aquel propósito. Tal parece ser el espíritu del llamado Proceso de Estambul, lanzado en 2011 con la Declaración de Estambul sobre Seguridad Regional y Cooperación para un Afganistán Seguro y Estable - Istanbul Process on Regional Security and Cooperation for a Secure and Stable Afghanistan - , como plataforma para enfrentar cuestiones de preocupación regional como el narcotráfico, el terrorismo, la pobreza y los extremismos, así como propender a la cooperación en materia política, económica y de seguridad. La Declaración - firmada por representantes de Afganistán, China, India, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Pakistán, Rusia, Arabia Saudita, Tayikistán, Turquía, Turkmenistán, y EAU – reafirma el firme compromiso con lograr un seguro, estable y próspero Afganistán, el reconocimiento del rol central que juegan las Naciones Unidas, el combate del terrorismos, los extremismos y los separatismos, el retorno de los refugiados afganos, el apoyo de una proceso nacional de reconciliación liderado por los propios afganos, la eliminación de la producción de opio y cannabis, así como su comercio y tráfico, y aumentar la conectividad regional en materia de comercio e infraestructuras.   
Durante la primera conferencia de seguimiento del Proceso de Estambul, celebrada en Kabul en junio de 2012 – a la que se sumaron Azerbaiyán y Uzbekistán - se acordó encausar el asunto afgano a través de tres instrumentos: consultas políticas, implementación de medidas de construcción de confianza, y dotar de mayor coherencia a los organismos regionales. Las consultas políticas se deben llevar a cabo bajo el compromiso de Afganistán de no permitir ninguna amenaza que surja de su territorio hacia otro país vecino, al tiempo de llevar adelante un proceso de paz inclusivo que reconcilie a los Talibanes y otros grupos militares y políticos del país.
La reunión de Almaty de 2013 hizo especial hincapié en la indivisibilidad del concepto de seguridad para la región, entendiendo que una estabilidad y prosperidad duradera en la zona requieren de paz y estabilidad en Afganistán.
La última conferencia de este proceso convocada para el 29 agosto de 2014 en Tianjin, fue pospuesta sin nueva fecha de realización. De todos modos, en la reunión preparatoria de mayo de 2014, se reforzó el llamado a las partes involucradas a cumplir con el cronograma electoral en Afganistán y resolver sus diferencias a través del diálogo político, en pos de la unidad y estabilidad del país.
A pesar de estos esfuerzos referidos, se advierte que no es tarea sencilla armonizar los intereses de los Estados de la región;  por allí pasamos de una India particularmente preocupada por una  facción o eventual gobierno talibán en Afganistán con muchos lazos con Pakistán, y por ende también interesada en prevenir cualquier influencia de la militancia islámica afgana o pakistaní entre su población de esa religión, a un Irán que procura también contrarrestar el ascenso de la influencia talibán en Afganistán así como de los extremistas sunnitas. Contrariamente, Arabia Saudita parece promoverse como el unificador de la comunidad sunnita, minimizando la amenaza que implica el eje Al Qaeda-Talibán. Como ya fue dicho, Rusia pretende evitar la expansión de los grupos extremistas islámicos en el norte de Afganistán y Asia Central, que pudiera tentar a movimientos similares dentro del vasto territorio ruso. En forma similar, China procura mantener controlada la eventual amenaza extremista, particularmente el entrenamiento de uigures en Pakistán, que pueda contribuir a desestabilizar su región de Xinjiang.
A estos intereses de naturaleza política se yuxtaponen los de naturaleza económica, y en ese sentido, los del gigante asiático llevan la delantera. Los intereses estratégicos chinos en Asia Central y Meridional, están centrados en las inversiones en infraestructuras y en la exploración de materias primas energéticas, aprovechando el gran  potencial que tiene la región. Además de las inversiones en infraestructuras realizadas en Afganistán en materia de hospitales y obras de irrigación, se destaca la explotación del segundo mayor yacimiento del cobre del mundo en la mina de Mes Aynak, a 40 km de Kabul, y la del yacimiento de hierro de Hajigak, en el centro del país, el mayor de Asia. Estas inversiones van en línea con la estrategia china de ir a las mismas fuentes de aprovisionamiento energético, como lo testimonian también el oleoducto que desde Kazajistán y el gasoducto que desde Turkmenistán proveen de energía al “País del Centro”.
Como puede apreciarse, muchos de estos intereses subyacen a aquellos de corte político y religioso En términos generales, podría establecerse que entre los intereses económicos de los países de la región, hay varios denominadores comunes: desde el aseguramiento de las rutas de suministros de petróleo desde y hacia Medio Oriente, el Cáucaso y el Caspio, hasta el acceso a los puertos pakistaníes, pasando por la búsqueda de materias primas en territorio afgano y el combate del comercio de opio. De hecho, la diplomacia china parece tener bastante claro este asunto, al punto de pretender que la Organización de Cooperacion de Shanghái – que China integra junto con Rusia y las repúblicas centroasiáticas - se focalice principalmente en asuntos económicos por sobre los políticos de modo de privilegiar sus intereses.

A modo de reflexión final
Es imposible predecir que sucederá en Afganistán luego de que las tropas internacionales abandonen su territorio, si es que finalmente eso se produce. Las noticias de la expansión del llamado Estado Islámico, con su voluntad de recrear un Califato han encendido las alarmas tanto en Occidente como en el entorno más cercano. Los recientes bombardeos de Estados Unidos al norte de Irak primero, y Siria más recientemente, con el aval de su aliados – entre ellos 5 Estados árabes[2] - , dan la pauta de que la todavía principal potencia mundial no se desligará tan fácilmente de la región. Y los acontecimientos parecen confirmar que el conflicto no hará sino escalar, y que Estados Unidos se verá envuelta nuevamente en un conflicto largo y complejo.


Habrá que esperar que se vayan sucediendo los acontecimientos para conocer qué posición irán adoptando los grandes actores de la región ante esta nueva amenaza y cómo ello repercute en el progreso de la cuestión afgana, a pocos días de la asunción del gobierno del Presidente Ghani el próximo 29 de setiembre de 2014.
En este sentido, los países de Asia Central pueden realizar su contribución a ello, tal vez ayudando a liderar el Proceso de Estambul y tendiendo puentes en materia de inversiones y asistencia, principalmente por parte del mayor de los 5 Estados, Kazajistán. Haciendo un paralelismo con una obra arquitectónica, estos Estados del centro de Eurasia podrían oficiar de arbotantes de los muros de la institucionalidad afgana, de modo que puedan servir por un lado, para contener la presión de su peso interior, y ayudar a sostener su estabilidad interna, pero por otro, evitar el riesgo que un desmoronamiento de la estabilidad en Afganistán amenace con causar daño también a sus vecinos. -

Bibliografía consultada
Barcelona Center of International Affairs, CIDOB – Mapping the sources of tensions and the interests of Regional Powers in Afghanistan and Pakistan – Diciembre 2012.
Boonstra, Jos y Laruelle, Marlene – Uncharted waters: Presidential successions in Kazakhstan and Uzbekistan – Europe Central Asia Monitoring, EUCAM.Disponible en http://www.eucentralasia.eu/uploads/tx_icticontent/EUCAM-PB-33-UZ-KZ-president-successions-EN.pdf - Fecha de consulta: 30/07/2014
De Pedro, Nicolás y Reyes Leguen, Gabriel – Asia Central en las estrategias regionales para Afganistán – Real Instituto Elcano, Observatorio Asia Central – Abril 2011 – Disponible enhttp://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/dt9-2011 - Fecha de consulta 31/7/2014.



De Pedro, Nicolás – Los nombres de Asia Central – Estudios de Política Exterior – Julio 2014– Disponible en http://www.politicaexterior.com/actualidad/los-nombres-de-asia-central/- Fecha de consulta 03/8/2014.
Hansen, Valerie – Silk Road, a new history – Oxford University Press USA, 2012.
Kazemi, Reza – Will the Heart of Asia start beating? A review of the regional co-operation process – Disponible en https://www.afghanistan-analysts.org/will-the-heart-of-asia-start-beating-a-review-of-the-regional-cooperation-process - Fecha de consulta: 3/9/2014.
Mestre Jordá, Jorge – China en Asia Central, el “nuevo Gran Juego” – Instituto Español de Estudios Estratégicos, IEES. Disponible enhttp://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2014/DIEEEO22_2014_PoliticaChinaAsiaCentral_JorgeMestre.pdf - Fecha de consulta: 25/07/2014
National Democratic Institute – Political Parties in Afghanistan: A review if the state of Political Parties after de 2009 and 2010 Elections – Junio 2011.
Swanström, Niklas – China and Greater Central Asia: New Frontiers? – Central Asia-Caucasus Institute – Silk Road Studies Program – December 2011.





[1] Se trata de las Repúblicas de Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán y Tayikistán.
[2] Arabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Jordania

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