Acercándonos al corazón de Eurasia
Asia Central y el Cáucaso, epicentro de la nueva Ruta de la Seda
Ramiro Rodríguez Bausero
Setiembre 2017
Introducción: aproximándonos al corazón de Eurasia
Asia Central es una región del continente euroasiático que se extiende desde el mar Caspio hasta las fronteras de China y desde Rusia hasta Afganistán, incluyendo a las cinco repúblicas ex-soviéticas de Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, que surgieron como entidades políticas independientes luego del colapso de la URSS en 1991.
La región del Cáucaso se encuentra en el límite de Europa del Este y Asia occidental, entre los mares Negro y Caspio. Se la divide en la subregión de Cáucaso Sur, donde coexisten dos estados independientes de religión cristiana como Georgia y Armenia, y otro laico de religión mayoritariamente musulmana, Azerbaiyán; y el Cáucaso Norte, en donde se encuentran Rusia y siete repúblicas autónomas que forman parte de su Federación1.
El paisaje y las estructuras económicas de las cuatro Repúblicas más pequeñas de Asia Central es muy similar: Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán y Kirguistán forman una región económica basada en la agricultura, principalmente algodón y granos, así como en las actividades extractivas de petróleo, gas y metales estratégicos. Sus infraestructuras y relaciones económicas se constituyeron sobre la base de la interacción y la cooperación entre ellas, particularmente durante la época soviética. Se trata de una zona donde predomina el clima desértico o semi-
desértico, por lo cual la disputa sobre las escasas fuentes de agua en la región planteará un importante desafío para las autoridades de dichos Estados2.
Kazajistán, con casi 3 millones de km2, es el Estado más grande y económicamente más poderoso de la región, en gran parte debido a sus vastos recursos naturales. Precisamente, la diversificación de su economía más allá del petróleo, el gas y la minería constituye uno de los objetivos principales de la agenda económica del Presidente Nazarbayev, junto con la política de posicionar al país en la escena internacional.
En el año 2002 Kazajistán se convirtió en el primer país de la antigua URSS en recibir el grado inversor. Su economía se recuperó de manera importante luego de la crisis del 2008, con un incremento de su PBI de 7.5% en 2011 y 5% en 2012. A pesar de sufrir los embates de los bajos precios de petróleo en los últimos años, el país se ha instalado en la agenda internacional como sede de la Expo Astaná en este año 2017, y también por ser anfitrión de las llamadas Conversaciones de sobre Siria en la capital kazaja.
Por su parte, Uzbekistán busca aminorar su dependencia del cultivo del algodón –quinto exportador mundial y sexto mayor productor-, intentando diversificar su base agrícola a la vez de desarrollar su potencial en petróleo, gas y minerales, principalmente oro y uranio3.
A pesar de su situación privilegiada como nodo de oleoductos y gasoductos, Turkmenistán tiene varios desafíos que enfrentar, como sus altos niveles de pobreza, el acceso a agua potable, el deteriorado sistema educativo, el empleo que se hace de los ingresos derivados del petróleo, el gas, y los minerales, y la ausencia de medidas tendientes a crear condiciones de inversión más estables y seguras. Similares desafíos deben afrontar Kirguistán y Tayikistán.
En el Cáucaso, Azerbaiyán debe el crecimiento que ha tenido durante la primera década del siglo XXI al petróleo, el gran motor de desarrollo del país. De los países de la subregión es el que mejor ha capeado la crisis financiera
internacional del 2008, con un creciente incremento del ingreso y reducción de la pobreza del 50% de su población en 2001 al 7,6% en 2011, bajo la presidencia de los Aliyev. Su motto “Tierra de Fuego”, conocido principalmente a través del deporte, el turismo y la cultura, para promocionar a esta nación es una de las expresiones que representan el creciente activismo de este Estado en la arena regional e internacional.
La economía de Georgia, marcada por el conflicto que mantuvo con Rusia a raíz de los territorios de Abjasia y Osetia del Sur, se basa en algunos cultivos como uvas, cítricos, frutas y castañas, en la extracción de manganeso, cobre y oro. A partir del 2010 y 2011 la economía retomó su senda de crecimiento al entorno del 6%. El gobierno trata de aprovechar la situación nodal del país, como lugar de tránsito de gasoductos, oleoductos, carreteras y vías férreas entre Asia Central y Europa.
En la encrucijada de grandes Imperios, Armenia afronta todavía la dependencia comercial y económica de Rusia; su condición mediterránea, junto a su estrecha base exportadora y los monopolios en sectores claves de su economía hacen a este país muy vulnerable frente a los vaivenes económicos rusos. Armenia tiene solamente dos fronteras abiertas, con Irán al sur y Georgia al norte, ya que sus fronteras con Azerbaiyán y Turquía están cerradas desde 1994 a raíz del conflicto con los azerbaiyanos respecto de la región de Nagorno-Karabaj4.
La región se ha convertido en un entramado de ductos por donde fluyen el petróleo y el gas extraídos de los diferentes yacimientos, principalmente de Azerbaiyán, Kazajstán, Turkmenistán y Uzbekistán. En esta red de oleoductos y gasoductos, los intereses de las diferentes potencias vecinas juegan un rol primordial al momento de asegurarse el continuo suministro de estos recursos, lo cual alienta la búsqueda permanente de nuevas alternativas. En efecto, proyectos como el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan –BTC- y el gasoducto Baku-Tbilisi-Erzurum
–BTE permiten el bombeo desde Azerbaiyán hasta Turquía sin depender de la red rusa5.
Hacia Oriente, sumado a los ya existentes oleoductos y gasoductos entre Turkmenistán/Kazajstán y la región china de Xinjiang, fue abierto en 2012 el gasoducto más largo del mundo, con más de 8.700km de tuberías entre Khorgos, en la frontera sino-kazaja, y las grandes ciudades costeras chinas.
Se destaca también el lanzamiento y puesta en agenda de otras iniciativas regionales, tales como diferentes corredores viales y ferroviarios en la cuenca del mar Caspio y el Cáucaso, como la reciente inauguración de la vía férrea internacional Baku-Tbilisi-Kars, que contribuirá grandemente a potenciar los corredores transversales desde Irán hasta Ucrania.
La recreación de la Ruta de la Seda: el Proyecto OBOR
De unos años a esta parte el corazón centroasiático ha venido cobrando mayor relevancia geopolítica, en buena parte debido a la mayor gravitación internacional que han adquirido algunos Estados de la región, como Azerbaiyán, Kazajstán, y Georgia, y también por la mirada que China ha depositado sobre su backyard.
En el año 2013 el Presidente chino Xi Xinping realizó el lanzamiento de la iniciativa Nueva Ruta de la Seda – One Belt, One Road, OBOR, o mejor Belt and Road Initiative, BRI6 –, que pretende, con la recreación del concepto de la histórica Ruta
de la Seda, conectar Asia y Europa mediante la inversión en grandes obras de infraestructura a través de corredores viales y marítimos que faciliten los intercambios comerciales a lo largo de su recorrido por la geografía euroasiática y africana.
El megaproyecto está compuesto de seis corredores terrestres7 a través de Eurasia, y la 21st Century Maritime Silk Road, que pretende consolidar una red de rutas marítimas conectando los puertos chinos con las costas de Asia meridional, África y Europa. Este proyecto chino está basado “en la defensa de un sistema económico mundial de tipo abierto y la materialización de un desarrollo diversificado, independiente, equilibrado y sostenible… destinado a profundizar la cooperación regional, reforzar el intercambio y el aprendizaje mutuo entre las civilizaciones…”8
Se estima que de alcanzarse las obras y los objetivos planteados por la iniciativa, la misma beneficiaría de manera directa a una población de 4,4 billones de personas – casi 2/3 de la población mundial -, con un PBI de USD 2,1 trillones, que representa 29% del producto mundial9.
El proyecto se enmarca dentro del interés de China de expandir su influencia fuera de fronteras de la mano de potenciar la inversión interna, especialmente de las regiones más atrasadas, de modo de integrarlas en un “holistic, externally oriented developement program”10. Desde su lanzamiento oficial, OBOR/BRI simboliza la creciente gravitación internacional de China en los asuntos globales, provocando un reperfilamiento en las dinámicas regionales de Asia y Europa11. Representa también la intención de China de cambiar el modelo de desarrollo económico llevado adelante hasta entonces, bajo una estrategia “hacia afuera”.
Sin perjuicio de que todavía no han cristalizado muchas de las obras prometidas o proyectadas, se pueden ir apreciando algunos frutos de la iniciativa. Tal es el caso de la conexión de vías férreas entre China y Europa, entre China e Irán12, el desarrollo de los puertos de El Pireo y Gwadar, el impulso otorgado a la ciudad fronteriza de Khorgos en Kazajstán como polo logístico en el centro de la estepa centroasiática.
La iniciativa OBOR/BRI se proyecta más allá del océano, alcanzando también a América Latina, enlazando con los proyectos de infraestructuras del continente, como las interconexión bioceánica, pasos fronterizos, puertos, carreteras, etc. A través de este proyecto, “China se esfuerza por conectar las estrategias de desarrollo con los países latinoamericanos”, cuyas exportaciones dependen grandemente del mercado chino13.
La presencia de Uruguay y la región en el Cáucaso y Asia Central
Durante existencia de la Unión Soviética, las relaciones que Uruguay mantenía con esta superpotencia en cierto modo “diluyeron” las relaciones particulares que nuestro país pudo haber tenido con sus Repúblicas integrantes, centralizándolas naturalmente en Moscú.
Luego del proceso que derivó en la desaparición de la URSS en 1991 y la consecuente aparición -o reaparición, según los casos- en la escena internacional de las unidades políticas que componían aquel conglomerado, Uruguay comenzó a entablar relaciones diplomáticas con las nuevas repúblicas. En esa línea, el establecimiento de relaciones diplomáticas con Ucrania y Armenia se realizó el 27 de mayo de 1992, y con Azerbaiyán el 12 de enero de 1995. Por su parte, con Kazajistán se produjo el 3 de julio de 1993, con Turkmenistán el 22 de julio de
1996, con Tayikistán el 1º de octubre de 1998, y con Georgia el 11 de mayo de 199414. Con Uzbekistán se produjo el 26 de diciembre de 19911516.
En materia de comercio exterior, el año 2012 marcó el pico de las exportaciones de Uruguay a los mercados de Asia Central y el Cáucaso. De hecho, en aquel año Uruguay fue el segundo mayor exportador de América Latina y el Caribe a los mercados centroasiáticos en forma agregada, por valor de casi USD 17 millones. El principal rubro de exportación de nuestro país a dichos mercados es “Carne y despojos comestibles”. En aquel momento, el rubro cárnico significaba casi el 75% de los valores exportados, seguido lejanamente por leche en polvo, manteca y cítricos.
Desde ese año 2012 los volúmenes exportados han ido disminuyendo hasta prácticamente tornarse en valores testimoniales, alcanzando casi USD 3,8 millones en 2015, y USD 1,4 millones en 2016.
En materia de importaciones desde los referidos destinos, no se registra comercio en el último trienio estudiado, salvo sulfatos desde Kazajstán -USD 19 mil- y apenas USD 5 mil desde Uzbekistán.
A nivel latinoamericano y caribeño, el volumen y valor de las exportaciones a las regiones analizadas es muy bajo. Brasil es el principal país exportador de la región hacia los cinco Estados de Asia Central: en el año 2015 exportó por más de USD 185 millones – luego de haberlo hecho por USD 242 en 2012- ; en el caso de Kazajstán y Uzbekistán figura en el lugar 25º y 35º de sus respectivas listas de países importadores. Para el año 2016, con mayor presencia comercial dentro de las importaciones de los países del Cáucaso, Brasil figura como el origen número 13, 13 y 21, de las compras de Armenia, Azerbaiyán y Georgia, respectivamente. Estos datos ubican a nuestro vecino norteño muy por encima del resto de los países latinoamericanos.
Asimismo, es del caso resaltar que el incremento que han experimentado las exportaciones brasileñas a la zona analizada también se vio reflejado en la mayor atención política-diplomática que el Brasil están prestando a esa región17, materializado en la apertura de su Misión Diplomática en Astaná y Ereván en 2006 y en sus Embajadas residentes en Bakú en 2009, y en Tbilisi en 2011.
Del mismo modo, Argentina, Colombia, Costa Rica, México y Perú, están procediendo a aumentar su presencia diplomática en la zona. Se destaca finalmente, que en enero de 2011 se realizó la apertura de un Consulado uruguayo en la capital kazaja, con el objetivo de contribuir al afianzamiento de las relaciones comerciales, culturales y turísticas entre ambos países1819.
Por su parte, la presencia diplomática de dichos Estados en nuestra región es escasa todavía, aunque se comienza a percibir mayor actividad política, diplomática y empresarial en América Latina. En este sentido se señala la instalación de las Misiones residentes de Azerbaiyán20, Georgia y Armenia en Argentina, Brasil y México y las de Kazajistán, Georgia y Armenia en Brasilia. El resto de los Estados de Asia Central no tienen presencia a nivel de Misiones residentes en la región.
Algunas reflexiones finales
En los últimos años, y por diversas causas, el corazón del continente euroasiático ha venido cobrando cada vez mayor visibilidad internacional, haciendo tornar la atención hacia esa región a la que Mackinder describía como “el pivot geográfico de la historia”. Esto ha motivado que potencias mundiales y regionales hayan vuelvo a recrear un “Gran Juego” en esa zona.
Por un lado, se advierte la mayor presencia internacional de Estados como Kazajstán, Azerbaiyán y Georgia, adquiriendo cada vez mayor gravitación regional y visibilidad mundial. Adicionalmente, Turquía ha consolidado una fuerte proyección hacia sus “hermanos” túrquicos21 del centro del continente, marcando una fuerte presencia comercial, cultural y política. Es insoslayable dejar de advertir los intereses rusos en su otrora zona de influencia exclusiva, que trascienden épocas y regímenes, así como la presencia norteamericana, la cual está enfocada principalmente en cuestiones energéticas y de seguridad, dada su vecindad con el convulsionado flanco sur de esa región22. Por último, y no menos importante, hay que destacar la mirada que ha puesto China en esta región de su fronteriza occidental.
Precisamente la iniciativa One Belt, One Road – no exenta de cuestionamientos y escepticismo – promete una fuerte inversión en materia de infraestructuras con el fin de conectar por vía terrestre y marítima los puertos y centros de procesamientos chinos con buena parte de Eurasia y otras regiones del planeta. La iniciativa china promete expandir el bienestar y la cooperación por toda su región circundante. En este sentido, Kazajstán, por su ubicación geográfica en el centro de la ruta hacia Europa, y por sus recursos naturales, aparece como uno de los grandes beneficiarios del plan chino. Sumado a la mayor presencia que está
adquiriendo a nivel regional y global, el Estado kazajo se avizora como un nuevo gran jugador al menos en el mapa centroasiático.
Son muchos los asuntos que esta región tiene pendientes de mejora, y que apenas fueron esbozados en este trabajo: conflictos interétnicos y religiosos, separatismos, corrupción, narcotráfico, mediterraneidad, acceso al agua, pobreza, déficit de infraestructuras, muchos de los cuales responden a la situación geográfica y al hecho de haber estado 70 años bajo dominación soviética.
La distancia geográfica del continente americano y particularmente desde Uruguay con el corazón del continente euroasiático, exige el desafío de analizar rutas comerciales, puntos de ingreso, controles fronterizos, costos de fletes, seguros, medios de pago, etc., todo lo cual incide directamente en el precio del producto y por ende su capacidad de ser competitivo frente a otras alternativas más cercanas y atractivas.
La iniciativa OBOR/BRI, en su capítulo latinoamericano, se muestra como una oportunidad para la región y para Uruguay de poder aprovechar ese ímpetu en poder integrar las economías del continente en las cadenas de valor del continente asiático y poder acceder a un nivel superior de relacionamiento comercial, superando la primarización de las exportaciones y avanzar hacia un esquema de beneficio mutuo y crecimiento inclusivo.
En esta línea, la apuesta que realiza China con la Iniciativa OBOR, que permite aventurar una región más interconectada, debería presentarse como el momentum de acercarnos desde el punto de vista comercial, pero también político y cultural, a una región que desde tiempos inmemoriales ha servido de encrucijada de culturas, civilizaciones y comercio.
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